lunes, 11 de noviembre de 2013

La selección de Bélgica une a valones, flamencos e hijos de inmigrantes

Los Diablos Rojos lograron su clasificación al Mundial Brasil 2014, luego de estar ausentes desde el 2002,  y le dieron baño un sentimiento de unión nacional a un país históricamente fragmentado. Tres futbolistas de ascendencia africana fueron clave en este logro deportivo. 

 




La diminuta Bélgica es un territorio fragmentado por los, aproximadamente, 6,5 millones de flamencos y los 4,5 millones de valones, con el agregado de los inmigrantes africanos y sus descendientes que conforman el minoritario actor social. Esta división interna llevó a que este país estuviera 541 días sin gobierno, superando el particular récord mundial de acefalía que ostentaba Irak.
 
El país de 30.528 kilómetros cuadrados sufre una latente división interna entre la rica e independentista región flamenca de un lado y con la rural y unionista zona valona del otro. Además, en la primera región se habla una lengua germana, el flamenco, y en la otra una latina, el francés, y tampoco abundan los bilingües en Bélgica.

Este pequeño enclave nació recién en 1.830 y para muchos historiadores es una invención de ingleses o austríacos para frenar el expansionismo francés. Este país joven tiene un nombre viejo y de origen latino que proviene de la parte más septentrional de la Galia, Gallia Bélgica.

En este contexto, la Selección de Fútbol de Bélgica no contribuyó, como ocurrió en otros países, a generar un sentimiento de nación al estar ausente de las citas mundialistas desde el 2002, pero todo cambió por el actual buen andar de los Diablos Rojos, que ya se ganaron su lugar en Brasil 2014.

“Desde 1979 hemos tenido un estudio de cómo las personas se sienten belgas. Los valones se han sentido siempre belgas, los flamencos no. Pero cuando la selección belga llegó a las semifinales del Mundial en 1986, el sentimiento belga entre los flamencos dio un salto en un 15 por ciento. Ningún otro evento en ese período podría haber desencadenado esto”, el profesor de políticas de la Universidad de Lovaina, Lieven De Winter, al diario The New York Times.




Hijos de África

La generación de los hijos de los inmigrantes africanos une a dos comunidades y se quedan en las márgenes de los debates identitarios. Marouane Fellaini (hijo de marroquíes), el capitán Vincent Kompany y Romelu Lukaku, ambos de ascendencia congoleña, colaboraron para convertir a Bélgica en una se las selecciones más poderosas del mundo. Precisamente, estos futbolistas son los pocos bilingües del equipo donde los de origen valón y flamenco sólo logran intercambiar palabras propias de la jerga futbolera.

Los méritos de una nueva generación de los Diablos Rojos como Thibaut Courtois (Atlético de Madrid), Vincent Kompany (Manchester City) o Axel Witsel (Zenit de San Petersburgo) centran hoy día la atención de la prensa internacional ya que forman parte de un combinado llamado a convertirse en la revelación del Mundial de Brasil 2014

En los últimos quince meses, esta Selección ascendió desde el puesto 53º hasta el 5º en la clasificación de la FIFA y superó a históricos del fútbol como Italia o Inglaterra. Incluso el seleccionador  español, Vicente del Bosque, reconoció en declaraciones a Efe que esta selección es un “excelente rival con unos jugadores muy buenos”.

Según la empresa Havas Media, uno de cada tres belgas siguió por televisión los dos goles de Romelu Lukaku ante Croacia que clasificaron al combinado nacional el pasado 11 de octubre, mientras miles de personas salíeron a la calle en todo el país para festejarlo.

Al calor de este masivo respaldo surgieron rápidamente iniciativas comerciales, como la edición de un cómic inspirado en el equipo que ya ha vendido más de 30.000 ejemplares en el país de Tintín.

Durante la noche de la clasificación, “juntos” fue la palabra que mayor presencia tuvo en la red social Twitter, según Havas.



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